Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto

Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto
Rodando a goteras solas, a aguitas como dientes, a espesas goteras de mermelada y sangre, sudor y lagrimas

Criaturas En La Noche No Me Dejan Respirar

Criaturas En La Noche No Me Dejan Respirar
Bailando sobre la felicidad que vendrá

jueves, 28 de abril de 2016

Coreografias Modernas

Coreografias Modernas

En ocasiones pasé por alto sutilezas, y, por ejemplo, corregí el apellido de un escritor, que estaba mal escrito, por el que en efecto tenía. La cuestión fue que el autor del ensayo deseaba efectivamente llamar Hemingay a su trabajo y no Hemingway, para dar a entender una serie de indecisiones sobre su identidad sexual que, decía, torturaron durante toda su vida al viejo Ernest Cuando dejé mis años de correctora y seguí escribiendo mis cuentitos, poemas y novelitas, comprendí la seriedad de la ofensa que les había causado. A veces un punto que parece estar demás o un signo de exclamación que no conviene en apariencia no son erratas: son fundamentales para quien los eligió. Si alguna vez publico algo más que mis dos libros de poesía, por favor, ¡que no haya correctores!

Mil Cuentos...

Veo -tengo memoria hasta de 

antes- los dedos casi negros que 


empujaban mi cuna, y eran los de 


Nina, mi niñera. Ella era oscura, 


grande, joven y, cuando yo lloraba 


demasiado, me levantaba y me 


mecía en sus brazos redondos 


cantando unas canciones 


portuguesas, pero también 


recuerdo, o esto tal vez fue un 


poco más tarde, que me tocaba 


todo el cuerpo, me besaba la

espalda y el vientre y, abriéndolas 

muy suavemente, las piernas, como

cuando partía en dos las mariposas

amarillas en la plaza Belgrano y me

ponía un ala en la boca y ella 

masticaba la otra dulcemente. 

Cierto que esto fue más tarde, unos 

años más tarde, pero no más de 

cinco.

Mil Cuentos...

Son varias las anécdotas protagonizadas por el cínico Diógenes y el emperador macedonio. Una de ellas, según la versión de Diógenes Laercio, cuenta cómo en una ocasión Alejandro se dirigió hasta el filósofo cínico y le dijo: "Soy Alejandro el gran rey", contestando el otro: "Y yo Diógenes el Perro". Al preguntarle el macedonio el porqué de tal nombre, Diógenes contestó: "Porque muevo el rabo ante los que me dan algo, ladro a los que no me dan y muerdo a los malvados".