Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto

Solamente es un soplo, más húmedo que el llanto
Rodando a goteras solas, a aguitas como dientes, a espesas goteras de mermelada y sangre, sudor y lagrimas

Criaturas En La Noche No Me Dejan Respirar

Criaturas En La Noche No Me Dejan Respirar
Bailando sobre la felicidad que vendrá

domingo, 23 de febrero de 2014

Sucios

Encuentro un cuaderno que escribí con anotaciones para antes y después de una sesión con mi terapeuta -apenas alcanzo a distinguir, en lo remoto, con cuál de los muchos que tuve; pero sí, esta profesional se llamaba, espero que se siga llamando, Patricia; era el año en que yo cumplía los 45…
Antes de transcribirlo transcribo algo que escribió Catherine Millot sobre Gide, en apariencia el más compuesto y sociable de los escritores franceses y en realidad uno de los más misteriosos, el “apóstol de los homosexuales”:
“El encuentro con Marc, en quien, por primera vez, convergían el amor y el deseo, y la crisis resultante en sus relaciones con Madeleine, tuvieron una repercusión decisiva en la vida de Gide y en su obra. En adelante, la escritura fue totalmente consagrada a la divulgación de su intimidad, al punto de arrasar la tradicional noción de vida íntima. (…) Muy pronto cada mínimo detalle de su existencia cotidiana se convirtió en el objeto potencial de una publicación. Sus amigos comenzaron a temer que lo que ellos decían fuera inmediatamente difundido. 
Él había entrado en una era nueva: la de la parresia, la manifestación inagotable de la verdad. En ese movimiento de exteriorización sin fin se abolían las oposiciones ordinarias entre el adentro y el afuera, lo público y lo privado. Gide se convirtió en totalmente éxtimo. Roger Martin du Gard, lo mismo que la mayoría de sus amigos, trató desesperadamente de disuadirlo de la publicación de Corydon“.


Si Gide, me digo, no hubiera sido tan íntimo, tan éxtimo, mejor, nos hubiéramos perdido quizá Corydon, quizá Los monederos falsos, o quizá todo Gide, que no podía escribir de otra manera.

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