José Itriago opina que “las grandes piedras no necesitan caminos”. No obstante, yo soy una gran piedra que mira buscando y buscando algo parecido al techo de un laberinto, por donde se podría salir.
La ansiedad me devora, cuando debería estar quietísima como la piedra que soy, como cualquier piedra que no puede volar.
Sólo los libros me hablan en esta casa.
Llevo y traigo libros de la mesa de luz al escritorio, del diván que está en el piso de arriba al sofá que está en el piso de abajo.
No todos los textos que extraigo con rara urgencia de mi biblioteca tienen nombre o renombre.
Hoy mi capricho me condujo a escuchar hablar a los libros sobre la libertad.
Escogí tres: Ensayos, de Emerson, y Manual para estudiantes de primer año, de la Fundación Hastinapura -la Fundación Hastinapura tiene entre sus principios cultivar el estudio de las religiones, ciencias, artes y filosofías que lleven a “la elevación espiritual del hombre”.
Yo iba allí a clases de hatha yoga, cuando vivía en Buenos Aires.
Los Ensayos de Emerson, en los que siempre encuentro alguna cosa que me responde claro, esta vez no me entregaron nada. Seguro busqué mal.
Abrí El miedo a la libertad, yo que había abandonado a Fromm hacía demasiados años.
Pensé en la persona que me había regalado ese libro, ¿dónde estará? ¿Estará? En algún lugar del cielo o de la tierra anda Miguel, seguro, perorando sobre:
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